sábado, 7 de marzo de 2015

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Al salir de la casa en la que crecí me ha venido el mismo olor del atardecer de cuando era (más) joven y quedaba para salir. Con la idea tonta de apresarlo, he intentado identificar a qué olía. Olía a tierra. En el tramo del portal a la parada del bus, como si cruzara un túnel del tiempo, ese olor ha perdido su poder y se ha convertido en el olor de la tierra hoy, y nada más.
Luego, en el mar oscuro he buscado la isla, pero sólo se veía la luz intermitente del faro desierto.






martes, 3 de marzo de 2015

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Los domingos en mi casa había pollo asado (Millás tiene un articuento genial sobre esto). Mi madre le ponía un limón al pollo, lo rociaba de coñac y le prendía fuego. Qué rico estaba el pollo. El fracking es algo así. Coges el pollo, lo rocías de productos químicos, explota, y luego te lo comes. 
Esto es lo que nos espera: viene una empresa, agujerea el suelo por todas partes (para ello destroza el lugar y sus alrededores), mete un cóctel de productos químicos (que no te dice cuáles son), acompañados de agua, para que aquello se distribuya bien y no queden recovecos. Explota. El gas se libera en el suelo, igual que se libera toda la mierda que ha metido la empresa bajo tus pies (y tus árboles y tus vacas y tus lechugas). La empresa saca el "agua" y la pone en una especie de piscina municipal que se va evaporando y va interactuando con el entorno. Luego extrae el gas y al cabo de un par de años, agur, Ben Hur. 
Y tú te quedas con un mantillo cancerígeno, un aire que ni México D.F. en el día de mayor presión atmosférica del mes, un agua subterránea infernal y un grifo que parece la manguera de un bombero salido de Fahrenheit 451. Si no me creen, vean esto  o esto otro
En EEUU, las empresas reponsables de la perforación hidráulica no tienen que rendir cuentas porque han acordado con el gobierno que no tienen que respetar determinadas leyes que protegen, por ejemplo, el agua. ¿Y con quién está negociando EEUU un tratado secreto de libre comercio para que las multinacionales puedan saltarse las leyes de los países en los que quieran poner su manaza? Con nosotros. Bueno, con los dos o tres elegidos que pueden entrar en la cámara acorazada en la que guardan el secreto

Y aquí estamos nosotros, quitándole la piel al pollo para comer sano. 

Fracking ez

No lo digo yo, lo dice Viggo Mortensen
Y también lo dice Florent Marcellesi

lunes, 2 de marzo de 2015

2

Mi amiga Laura es la que mejor da la vuelta a la tortilla de todas las personas que conozco. Laura es una tipa genial capaz de compaginar dos trabajos, dos críos, una vida social y familiar de lo más activa y una alimentación sana. ¿Cómo lo hace? No lo sé. Siempre ha sido así. Yo nunca he sabido dar la vuelta a la tortilla ni compaginar tantas cosas. Yo veo a Laura dar la vuelta a la tortilla y me acuerdo de Bruce Lee y del agua: Be water, my friend. Pues eso: sé la tortilla.
Me acuerdo de Laura y de la tortilla mientras leo que, en la primera sesión conjunta en el parlamento después de la unificación alemana, el canciller Kohl habló de su deseo de que por delante quedaran "mil años" de felicidad y prosperidad para Alemania. Quien escribe advierte: esta es la misma frase que usó Hitler cuando hablaba del Reich de los mil años. Lo escribe Petra Kelly en un artículo titulado "La unificación alemana - una oportunidad perdida". La unificación alemana, la transición, la apertura de Cuba a EEUU, la conversión del sistema capitalista en algo que tenga sentido. Hace falta mucho arte para tanta tortilla. Y es que, en el momento de darle la vuelta, te lo juegas todo.
De donde yo vengo, se está intentando dar la vuelta a la tortilla con cosas como ésta. Por mucho que esté de acuerdo con el 80% de lo que diga un informe del comité de historiadores encargados de fijar lo que ha pasado en los últimos 40 años en el País Vasco, esta iniciativa me parece un error. Porque para dar la vuelta a la tortilla de verdad hay que tener primero un plato bien grande, pero sobre todo hay que saber esperar y no andar con prisas.
Termino con el epígrafe que elige Kelly para su artículo:
"Our only hope will lie in the frail web of understanding of one person for the pain 
of another." John Dos Passos


Petra Kelly


domingo, 1 de marzo de 2015

1

En su libro Divine Horsemen. The Living Gods of Haiti, Maya Deren se adentra en los ritos del vudú haitiano. Es un libro publicado en los años cincuenta, cuando la curiosidad por lo ritual y arquetípico llevó a la artista a experimentar más allá de cualquier frontera. En sus jinetes divinos Deren encontró un camino de sabiduría para visitar el subconsciente y volver sana y salva a la realidad.
Cuando contamos historias nos convertimos por un tiempo en uno de esos jinetes.