jueves, 12 de marzo de 2015

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Jorge se levanta por la mañana y desayuna. Me refiero a Jorge, el ministro del Interior. Se acicala, se pone camisa y corbata porque hoy se reúne con sus homólogos europeos. Se monta en el avión y lee los periódicos. Igual mira por la ventana para ver la muga de los Pirineos, esa cordillera que para unos separa España de Francia, y para otros separa al verdadero Occidente de lo que ya empieza a ser África. A medida que se acerca a Bruselas, repasa los apuntes de inglés. 
Cuando llega, Jorge se saca una foto de grupo, va a todas las reuniones, y dice lo que ha venido a decir: la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex) no es una agencia de salvamento. Lo que en la práctica quiere decir que si las autoridades saben que doscientos inmigrantes se van a ahogar, no vamos a mover un dedo. Luego dice dos frases para decorarlo, añade que el toque humanitario siempre está por encima de todo, y no se da cuenta del gran oxímoron estructural de lo que acaba de decir. O, si se da cuenta, desde luego no se siente responsable, porque cualquier atisbo de desazón se desvanece con dos palabras mágicas: efecto llamada. No podemos salvarlos, se dice Jorge, porque hay que evitar el efecto llamada. Luego sale en los periódicos.
Hay mucha gente así, no sólo en política. Cuanto mayor es el sistema en el que estás metido, más gente así te encuentras. Por pura estadística y porque los sistemas se van deshumanizando a medida que se amplían, porque la gente se compartimentaliza y lo que le pase al departamento del cuarto primera al otro se la refanfinfla. 
Desde hace tiempo sabemos que el mundo es un sistema interconectado gracias a la metáfora del aleteo de la mariposa que provoca un huracán en la otra punta. Por la misma regla de tres, cuando Jorge en su casa le da vueltas al café y se pone los gemelos, a lo mejor está provocando una hambruna en Sudán. Igual que la mariposa, Jorge no se entera de esto, porque está desayunando. 
Ante un problema complejo y urgente (y cualquiera puede en diez minutillos repasar la cantidad de matices y opiniones que hay sobre un mismo tema), Jorge (que es ingeniero) repite como un loro lo del efecto llamada como única conclusión. Yo conozco a muchos ingenieros y por lo general, cuando hay que solucionar algo, se lo toman como algo personal y lo intentan de todas las maneras posibles. Y si no tienen la solución a mano, se inventan una. Y Jorge será ingeniero, pero para hacer algo más tendría que tomarse esto como algo personal. Y, en realidad, se la refanfinfla. 

Todos somos la mariposa